miércoles, 5 de diciembre de 2012

Rafting en el río Ayung, en Ubud


El salvaje río Ayung.

Nuestro espíritu temerario y aventurero, más marcado en Julia que en mi, nos llevo a realizar Rafting en Ubud. Aquí se encuentra uno de los mejores lugares para realizar esta actividad, dependiendo de la época del año. En el periodo seco, que corresponde con la primavera y el verano, puede ser no más que un paseo tranquilo por el río, pero en estación lluviosa, a partir de octubre, se puede convertir en toda una experiencia.
Nosotros pillamos esta estación lluviosa, recientemente estrenada, y el caudal era abundante, pero el nivel de los rápidos no pasaba de II. Mejor hubiera sido hacerlo en febrero, que puede llegar a subir al nivel V. No pasa nada, ya que yo en esto soy novato, y tampoco quiero enfrentarme a todo el poder destructivo de la naturaleza. Julia ya se ha enfrentado a rápidos de nivel V, lo cual me asombra, en el mítico río Colorado en EEUU.
Yo

Ella

La empresa nos ofrece recogernos en nuestro hotel, pero como disponemos de vehículo propio decidimos ir directamente allí a las nueve de la mañana. Hemos decidido "compartir" la experiencia con otra pareja, ya que parece más divertido. A la hora citada nos presentamos y pagamos el resto de la actividad, que porque no decirlo, es caro de atributos masculinos. 65$ por cabeza, que incluye comida y traslado al punto de inicio. Nos ofrecen un zumito, y esperamos a nuestra intrépida pareja, recalcando que somos muy aventureros. Cuando finalmente llegan, nos presentan a nuestro guía y patrón y nos subimos en la furgoneta para ponernos en marcha. Obviamente ya no hay vuelta atrás. Un corto trayecto nos deja en unas instalaciones en medio de un campo de arroz, donde nos equipamos para afrontar una dura batalla contra el río. Casco de protección (que no ajusta nada), chaleco salvavidas (que huele a perro muerto), remo de contingencia (con doble uso, avanzar y agredir a los compañeros) y una bolsa estanca, que tan bien huele fatal, esta vez a gato muerto.
Ya equipados y de esta guisa, empezamos un paseo hasta el río, que se me hace eterno. No se me hace eterno, es que el río está muy lejos, y por mi cabeza me empiezan a pasar distintas posibilidades... No voy a expresar mis temores para salvaguardar mi hombría. Finalmente llegamos al río, donde una serie de botes neumáticos nos aguardan.
Los intrépidos aventureros

Flota de botes neumáticos, todos de muy buena calidad

No parece muy agresivo, e incluso pienso que con un flotador con la cabeza de un patito podría valerme, pero sin duda alguna el bote es mejor. La pareja que nos acompaña es oriunda aunque afincados en Singapur. Son majos, que es lo que viene al caso. El guía también es oriundo y majo también. Hacemos un corto Brifin (aquí es cuando algún listo piensa "así no se escribe") y nos ponemos en marcha. Los dos varones delante, osea, yo y mi perspicaz compañero oriundo, para verlas venir, y justo a nuestras espaldas nuestras dos damiselas. El guía va a la popa o "pompis" haciéndose cargo del control (me imagino que de su casa...) también ataviado como nosotros, lo que no da tranquilidad precisamente, a pesar de ser por seguridad y no incompetencia.
Empezamos a remar y afortunadamente a favor de la corriente, hubiese sido muy cansado hacerlo en contra, y enciendo la GoPro Hero2 con el pensamiento de que seguro que la pierdo. El río parece tranquilo, pero es sabido por todo el mundo que son muy traicioneros, como si tuviesen vida propia. El olor del chaleco me produce nauseas, pero sigo adelante remando como el resto. así hasta el final.
Creo que me he pasado con el resumen, así que narraré un poco más los acontecimientos acaecidos. Los rápidos van a pareciendo. El guía, a través de unos sonidos guturales de los cuales nos informó afortunadamente en el Brifin (ya está otra vez el listo...) porque yo los confundo con monos del bosque, nos indica cuando tenemos que remar, y en que sentido (pa lante, y pa tras) afrontándolos uno tras otro. Me gustaría decir con pericia, pero realmente no cogimos ni un solo rápido de frente. En este punto quiero aclarar que no se como se deben de coger, pero a mi me pareció raro.
Al principio el río era para nosotros solos, pero según avanzábamos se fueron incorporando hordas de turistas, embarcados en botes similares, con una instrucción parecida, ataviados y lo peor, armados con remos como nosotros. El peligro había aumentado considerablemente. Ya no solo luchábamos contra el río (yo personalmente luchaba por encarar de frente los rápidos, ya que el guía no quería o no sabía) sino que podíamos recibir remazos y abordamientos de otras balsas. Me faltaban ojos para verlas venir, y mi fiel GoPro estaba filmando todo. Realizamos una parada para poder ver unos grabados que un resort había realizado. Aunque no eran antiguos, eran dignos de ver.

Grabados en la piedra

Lo que hacían todos...

Detalle de los grabados
Esto lo pensamos nosotros y todos los demás, porque en cinco minutos aquello parecía el parking de un centro comercial. La siguiente parada la realizamos en un punto estratégico. Estratégico para el pájaro que puso un pequeño chiringuito, aunque realmente no llega a esta categoría, para sablear al personal con bebida fresca a precios de fresco.
Chiringuito de bebidas fresca a precios de frescos

botes maniobrando por el salvaje río
No realizamos más paradas ya, hasta el final del trayecto, que duró como una hora y media. Tampoco hubo que lamentar bajas ni lesionados durante el transcurso de la regata, que es en lo que se convirtió el evento.
Lo que no sabíamos tras esforzarnos remando y protegiéndonos de los ataques de otras embarcaciones, es que tendríamos que subir por una escalera larga. Muy larga. Muy pero que muy larga y empinada. Yo por más que subía peldaños no veía el final, y me vino a la cabeza una canción de los Lez Zeppelin... Stairway To Heaven. Julia sucumbió a tan maño esfuerzo, llegando a tener que sentarse para recobrar el fuelle, al borde del mareo. Había que ver a las oriundas mujeres del lugar subiendo encima de la cabeza nuestros equipos y el de unos veinte más. Pero como se suele decir, siempre hay luz al final del camino, y cuando regresamos al local de la empresa, y pegarnos una duchita (que es lo que más deseaba en el mundo para quitarme el olor a perro y gato muerto), nos deleitaron con una comida compuesta por una sopa de entrante y un segundo más contundente.

Como está siendo costumbre en mi, la grabación de la dicha, la tengo que editar, así que hasta que no lo termine, no la colgaré.

Finalmente ya lo he colgado en YOUTUBE. Aquí tenéis el enlace:

http://www.youtube.com/watch?v=UJ4vIPC5uFU&feature=g-crec-u


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